miércoles, 25 de mayo de 2011

Elogio a las madres

Hace mucho tiempo que no asomo por este blog. Entre unas cosas y otras, entre ellas el traslado de casa y mi nuevo embarazo que está obligando a un reposo más largo del previsto, al final, todo se ha ido acumulando para no tener tiempo de escribir.

Sin embargo, y precisamente al hilo de este reposo, creo que ha llegado el momento de plasmar por escrito mi inmenso agradecimiento a los desvelos y sacrificios de mi madre. Por extensión supongo que muchas y muchos se sentirán identificados con lo que escribo, bien porque tengan madre, bien porque, tal vez, tengan suegras de las que sepan percibir y captar todo ese trabajo desinteresado por esa hija que a la sazón es su esposa y madre de sus hijos.

Mi madre se levanta todos los días a las 7.30 de la mañana. No importa si hace sol o si llueve. No importa si la osteoporosis amenaza con darle el día. No importa si la migraña le hace estragos y a duras penas puede ver durante un buen rato. Ella se levanta y pone en marcha el engranaje del hogar. Un hogar que, por suerte o por desgracia, no llega a ser nunca un nido vacío, porque mi hermano sigue viviendo con ellos, y ahora nos sumamos Leire, mi hija, y yo, en un reposo absoluto y una previsión de alta con restricciones que exige atenciones diversas y extraordinarias.

Cuando Leire se despierta, mi madre le cambia de ropa, le prepara el desayuno, y después me trae a mí el desayuno (no puedo levantarme más que para ir al baño). A continuación recoge la casa, atendiendo a Leire que, como buena niña de 17 meses no para ni un segundo. Coge el teléfono, recoge los recados, atiende a las visitas que, ajenas a la circunstancia de lo que supone atender a dos personas más en un hogar que no estaba vacío, se presentan sin avisar.

A todo esto, la osteoporosis la sigue machacando, pero ella corretea de un lado a otro, plumero en ristre y teléfono apoyado sobre el hombro, no dando tregua a nada, luchando contra todo.

A media mañana prepara a mi hija y mi padre la lleva al parque. Oda también a mi padre, que todavía es capaz de atender a quienes demandan sus conocimientos de experto jubilado para apoyar a estudiantes en proyectos de fin de carrera de arquitectura, de hacerme los recados y gestiones asociados al traslado, y de ayudar a mi madre cuando, con la lengua fuera, hace la compra, más voluminosa que en meses anteriores, pues somos dos bocas a alimentar, y Leire come como una lima.

Por la tarde sigue la jornada: planchar, limpiar carne, pescado, arreglar ropa de Leire, comprarle ropa que yo no puedo comprar... Hace más de un mes que estoy aquí, y todavía no han salido a dar una vuelta, no han tenido bailes ni jolgorios, ha renunciado a sus actividades parroquiales, viaje a Barcelona incluido donde tenía grandes expectativas. No se irán de vacaciones a ningún sitio por estar cerca de mí, en este embarazo tan especial. Y sólo añoran poder celebrar su aniversario de boda con una minúscula escapadita a Barcelona en octubre, condicionada a mi estado de buena esperanza.

Llega la hora del baño. Y después la cena. Y por la noche, con Leire inquieta por unos dientes que se resisten a llegar, mi madre se levanta una docena de veces, robando horas al sueño en una edad en la que ya no se está para trasnochar, sino para descansar una espalda y una cadera que están de juerga continua con la osteoporosis. Pero ella no se queja, tan sólo cae vencida por el sueño, hasta que de nuevo la peque la despierta.

Y todo esto, aunque pueda sonar, y efectivamente lo es, agotador, no les hace desfallecer. Porque una sonrisa de Leire, sus abrazos espontáneos, sus besitos, o las llamadas que les hace a gritos en cualquier rincón de la casa, colma cualquier esfuerzo.

Ahora estoy completamente segura que las hijas son de las madres, y que de nada valen las manidas frases de "si me necesitas", que son más propias de Bogart o de los Panchos. Porque la pregunta sobra si se tienen ojos en la cara. Porque la solidaridad y la responsabilidad no saben de horarios, ni de cursos, ni de actividades varias. Y no se trata de buscar soluciones interesadas o de conveniencia. Se trata de mirar por lo más importante, que somos mi hija, mi embarazo, mi salud y mi nuevo bebé. Y a partir de ahí, saber cuáles son las prioridades.

Y cuando cada uno establezca las suyas, que sepa acarrear con los resultados de sus decisiones.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Sexo, género y el cartón del DNI.



Yo soy una de "las otras Maripuris" porque soy un poco lista, un poco inteligente y muy observadora. La observación , en este caso, ha sido al DNI digital, recien renovado, de mi hijo. Curiosidades tiene la vida. Actualmente, yo con mi DNI antiguo y mi hijo con el nuevo digital tenemos el mismo sexo. Sí, sí;  asi es. La M puede significar mujer - esa soy yo- y masculino - ese es mi hijo-. Pues no debería ser así. Tantas políticas de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, tantas acciones de sensiblización, tantos recursos públicos en pro de una sociedad más igualitaria y aún el Ministerio del Interior tiene ese "Cacao maravillao" entre el sexo y el género.

Ahondando más en la observación nos encontramos que en los DNI antiguos (los no digitales), el sexo viene super-bien definidos: M-F. Y,... entonces ahi mis amigas y yo haciendo  cabalas: Eso significa mujer femenina. Y,  si es una mujer un tanto masculina tendría que ser M-M. Entre risas "de poca gracia" nos perdimos con la denominación del sexo de los hombres,....

Aunque nos soy del feminismo de "pata negra", al que debemos tanto, si me reconozco como una persona sensibilizada sobre la importancia de trabajar a favor de un cambio en está sociedad patriarcal aún construida sobre valores masculinos.

Claramente la palabra masculino es género y no sexo . Pero, lo triste encima es que mi "querido hijo", como muchos de sus colegas, llevan gafas de madera por la vida y  no perciben las desigualdades existentes. Así  se entiende porque ante mi incredulidad y cabreo me respondiese: ¡que más dá ama!. ¡Es simplemente un cartón!.

sábado, 26 de febrero de 2011

Las sirgueras, esfuerzo y precariedad.


En el siglo XIX las sirgueras, esposas de soldados que combatían en la guerra carlista, desempeñaban un papel muy importante en la economía familiar vasca de aquellos años. Con  gran esfuerzo desempeñaban la labor de la sirga, y así, conseguían arrastrar las embarcaciones a la costa. Las mujeres de este siglo XXI tenemos mucho en común con las sirgueras: el esfuerzo y precariedad del mercado laboral.

Entramos en el mercado del trabajo remunerado, pero arrastramos aún el otro: él no remunerado. Tiramos de esa dura sirga que es la doble responsabilidad.  La reducción de jornada, bajos salarios, techo de cristal y conciliación laboral y familiar aún llevan nombre de mujer. Es demasiado esfuerzo el arrastre de embarcaciones de semejante tamaño: Economía, familia y sociedad.

La corresponsabilidad de algunos hombres junto con la sensibilidad empresarial es un respiro, alivio y estimulo para tirar, y continuar tirando  con ímpetu de esa gruesa cuerda.  ¡Compartamos y arrastremos hombres y mujeres las embarcaciones a la costa!.

En homenaje al esfuerzo de las sirgueras y al de todas las mujeres,  las participantes en el Taller de Mujer, Arte y Acción social de la Escuela de Empoderamiento de Getxo realizaremos una pequeña perfomance el viernes 11 de marzo; resultado del curso.

¡Asiste y participa!. ¡Te esperamos el 11 marzo, viernes a las 19 hs. en la Plaza del Puerto Viejo. Para esta ocasión será la Plaza de las Sirgueras!.





viernes, 18 de febrero de 2011

FILTRAR LAS COSAS DEL TRABAJO POR EL CORAZÓN

Todos los días te pasan cosas en el trabajo...unos días mejores, otros peores...está claro, joder  que se nos va la vida currando!!!!

Entre las buenas, están la satisfacción por el trabajo bien hecho, los ratos divertidos, el café calentito de media mañana, la sonrisa de complicidad de quien tienes al lado, detrás, por encima...o por debajo ( esto último ha quedado un poco :-) , en fin que es viernes y como dice el gran Manolo García, los sueños brillan más..

Ahí quería yo llegar, a la sonrisa de complicidad de quien tienes al lado...y aunque cada cierto tiempo me juro y me perjuro a mi misma que no voy a filtrar las cosas del trabajo por el corazón..Hoy lo he vuelto a hacer, pero para bien..y es que eso no tiene precio.

lunes, 10 de enero de 2011

El revoltijo de Reyes y la gestión en la familia-empresa.



Pertenezco a una familia grande, a pesar de que la mia directa es monoparental (mi hijo y yo). Mi madre, la jefa suprema, desde la cabecera de la larga mesa, preside, manda y ordena a los 32 miembros :  hijos e hijas, nietos y nietas, nueras y yernos . Estas navidades nos hemos dado cuenta de que nos estamos  haciendo mayores por el número de ausencias que se han producido en las comilonas. Siguen existiendo los compromisos con las familias apegadas, pero también han aumentado las y los perjudicados que no han podido aguantar el tirón de cena y comida al día siguiente. Con todo, hay un día en el que todo el mundo ficha: la mañana de Reyes.

En el txoko familiar la chiquillada ( mis sobris) recogen , el día 6 de enero , los regalos de su amama. Regalos que yo gestiono. Algunos los compro; otros me pongo de acuerdo con sus padres o madres para que  me lo entreguen después de comprarlos.  Le hago  las cuentas a mi madre, tramito los pagos y finalmente monto el tinglado en el txoko: lo adorno y coloco junto a los regalos bolsitas de revoltijo . Bueno, total , en estas  fechas que no me hablen de gestión empresarial. ¡Yo la aplico a tope!.  Y, el máximo es hacer las 31 bolsitas de revoltijo, tradición que arrastramos de nuestra  época cuando vivíamos en Asturias. En origen se componía de almendras,  mazapanes, etc.. derivando últimamente a un paquete de txutxes. -Mi madre desde hace tiempo no puede asumir el alto coste, así que innovación por el camino-. Con todo el mantenimiento de la tradición es imprescindible , incluso para las y los “taintantos”. Pues bien , después de pasarme la tarde del 5 de enero de los últimos 25 años “haciendo bolsitas” y reflexionando y  preguntándome ¿Qué narices hago yo ocupándome de esto ?. ¿Y, mis hermanos ¿ ¿Y, mis hermanas?.  Me he rebelado y he solicitado el relevo a la matriarca. ¡Vaya lo que ha costado!.  Mi madre a todo correr llama al resto de mis hermanas – entiende que es cosa de mujeres- ¿hasta ahí llegan los micromachismos?. ¡Qué tu hermana se ha puesto en huelga!.¡Qué tu hermana este año no quiere ayudarme con los Reyes!...  No ha entendido en absoluto mi solicitud de liberación de funciones : relevo generacional, jubilación para siempre; no es un cese temporal... Cómo se quiera llamar pero la situación es injusta, estoy  quemada, .. "Burn-out ", queda mejor. ¿verdad?.

Al final, esta familia mía, como empresa que es me proporciona mucho, mucho conocimiento empresarial. Yo no subcontrataba el revoltijo, compraba la materia  prima en almacenes que suministran a las tiendas y piano-piano fabricaba el producto final: las bolsitas. Mi hermana, este año, ha recurrido al outsourcing. Ha ido al kiosko  más cercano a su casa y con un encargo para tal día, el problema solucionado. ¡ Y , yo tantos años comiéndome el tarro con el surtido, la cantidad y el precio!. Espero que, al menos , lo que ha comprado haya sido producto local, no chino.

jueves, 6 de enero de 2011

Estereotipos

Hace unos meses tuve la ocurrencia de publicar en mi blog personal una serie de capítulos que relataban una excursión que hice con mi marido, aficionado a los minerales, con otro aficionado por tierras burgalesas, para buscar piedrolos. La experiencia fue tan desastrosa, que como terapia de choque me puse a escribir este relato, en tono jocoso y de humor.

Hace unos días, un foro de minerales descubrió esta historia, y suscitó bastante interés e incluso interesantes reflexiones sobre cómo se veía la práctica de esta afición desde fuera. La mayoría de los participantes del foro parece que pasó un buen rato con la historia; en realidad tal era el objeto, aparte de la mencionada terapia de choque, claro.

Por otro lado, en mi blog recibí un par de comentarios, que además de insistir en la ya comentada "otra visión del asunto", señalaban que también ellos padecían nuestras incursiones a las compras, y que si no nos gustaba ir a la excursión, nos podíamos quedar todas juntas para poner a parir a nuestros respectivos. Y si no, pues siempre quedaba la opción del divorcio.

Ante mi réplica, siempre en tono irónico y de sorna, señalando que no me gusta ir de compras, que me encanta el deporte y que cocinaba de perlas, lo que a la sazón me convertía en la parienta perfecta (insisto, siempre en la línea de risotada del tema), va y uno de los comentaristas me suelta que compadecía a mi marido.

No voy a reproducir el hilo de comentarios que se suscitaron, bastante elevados de tono por cierto y que como bien comenté en el blog, lo convirtieron circunstancialmente en un portal de verduleras.

Lo que sí me parece interesante es un par de reflexiones:

1. Empiezo a estar un poco hasta la barriga de los clichés y estereotipos de mujer=pelmaza de las compras, o "las mujeres cuando se juntan nos ponen a parir". Personalmente siempre me ha irritado un poco eso de juntarnos, hombres, mujeres, perros o todos juntos en alegre comparsa, a despotricar de los ausentes. Me parece una falta de respeto, y que además no tiene género. En cuanto a lo de las compras, lamento comunicar al respetable que hoy por hoy, la pesadez de patear los centros comerciales por activa y por pasiva tampoco tiene género. Es más, me atrevería a decir que el género masculino, con independencia de su tendencia sexual, nos está ganando terreno poquito a poco.

2. Otro tema que salió fue, en esa vorágine de despropósitos, asociar el que a uno o una le guste la Esteban con la pasta que ganas al mes. Conozco muchos y muchas mileuristas, incluso gente en paro, que prepara certificaciones PMP, que estudia, que incluso ve documentales, y odia a la Esteban. Mientras que en mi propio trabajo, compañeros y compañeras de mi horquilla salarial son unos marujones de puñetera madre que están día sí y día también consultando trapitos en Internet, que están al día de todas las tendencias y sí, también de los avatares de la Esteban (a quien por cierto mi suegro llama "pastora", por llamarse Belén).

Así que a ver si ahora que comenzamos el año nos esforzamos un poquito en modernizarnos y nos dejamos de estereotipos apolillados que empiezan a sobrar en estos tiempos "modernos"...

martes, 21 de diciembre de 2010

El privilegio de tomar café recién hecho.


El ir a andar con mi vecina del quinto, la del pitxin (así llama a su marido), finaliza casi siempre compartiendo un café en alguna de las cafeterías que encontramos en nuestro recorrido. El pasado domingo me tocaba a mí invitar, ella, en contrapartida  me regalo  una anécdota maravillosa, con la que reflejo su bondad y humildad.

Hace unos años compartió durante unos días unas minivacaciones con una cuñada. Conocía perfectamente la personalidad de la mujer de su hermano pero nunca se imaginaba la lección magistral sin palabras que le iba a impartir . El primer día le dijo que ella nunca tomaba café si no era recién hecho. Mi vecina amorosa, bondadosa y humilde le contesto que era una pena tirarlo y que a ella no le importaba tomarlo recalentado. El segundo día el hecho se convirtió en un rito. Y, hasta que llego el cuarto día, su cuñada no le dijo “el porque” de tomar el café al momento.  Dice, mi vecina del quinto, que desde entonces, aprendió que el café se oxida, pierde aroma y sabor si no se toma inmediatamente, pero sobre todo lo más importante del aprendizaje fue darse cuenta que hay personas que aprovechan siempre situaciones y hechos para imponer sus privilegios.  La relación actual con su cuñada se mantiene dentro de lo políticamente correcto, y nada más. ¡Qué poco le hubiera costado explicarle el primer día la oxidación, perdida de aroma y sabor; para así compartir el mismo café!