Yo también soy imperfecta. Por eso, soy también una de "las otras Maripuris" y me solidarizo totalmente con Maripuri-primeriza, aunque en eso de la maternidad le llevo años de rodaje y en los últimos años, de forma más intensiva, combinando ese rol de madre con el de hija. En consecuencia, el sentimiento de loncha de jamón york se agudiza.
Un día sí y el otro también mi amanecer va unido al sentirmiento de loncha de jamón york. Desde hace años convivo con mi madre y mi hijo. Tres generaciones juntas, una loncha de jamón York entre pan y pan.
La tapa de arriba: mi madre, que siguiendo el proceso natural de vida hace ya un tiempo está retornando progresivamente a su etapa de adolescencia. Después, se supone, continuará hacia la infancia. Mientras tanto,
la otra tapa de pan: mi hijo universitario, con una neurona, y esa, algunas veces le rebota, no termina de salir de la adolescencia. Así, mi día-a-día trascurre entre pan y pan.
El agobio y sofoco de vivir aprisionada entre dos generaciones
– las dos tapas de pan- se compensa con las satisfacciones de ver a un madre que se agarra con fuerza a la vida, que saborea y disfruta los momentos y días simplemente rogando salud a su Dios para que la mantenga en esta tierra mucho tiempo con todos sus hijos, hijas, nietos, nietas y amigas.
Mi hijo saldrá de esta etapa de forma diferente a mi madre. Sí, saldrá. Ya se le notan indicios intermitentes que me proporcionan oxigeno y esperanza. El iniciará un camino tarde o temprano sin mí. Y yo, dentro de poco,
-la vida vuela más que corre-, recorreré otra etapa de mi vida desterrando y al mismo tiempo añorando ésta de loncha de jamón York.
La Mari–Loncha de jamón York