sábado, 4 de septiembre de 2010

Mi niña quiere teta

Mi hija se llama Leire. Tiene casi nueve meses. Y le sigo dando teta, como chupete, como postre, como vicio, como toma, y en todo caso, a demanda y cuando a ella le apetezca. Representa un vínculo afectivo único, especial e irrepetible, que nadie excepto ella y yo podemos compartir. Tal vez por eso mismo resulte difícil de entender a algunos y a algunas, el hecho de que continúe con esto que se llama "lactancia prolongada".

Que conste que sigo estrictamente las recomendaciones de mi pediatra y mi matrona, no vayáis a pensar que soy la típica histérica reaccionaria a favor de la teta de manera incondicional. Que ya sé que a nadie amarga un buen pedazo de jamón de Guijuelo, pero todo a su tiempo. Creo que ya se me entiende.

Por otro lado, Leire y yo no nos metemos con nadie. Allá donde estamos y nos apetece, yo saco la teta tan ricamente y ella come, se relaja, se duerme entre mis brazos con esa gotita blanca que asoma por su boca. Y mira, si los demás quieren dar biberón, en su derecho están, que para eso la tecnología trabaja a destajo. Sin embargo, digo yo, que si la naturaleza me ha dado un par de tetas como al resto de mamíferos, será para usarlas para eso, para dar de mamar, además de servir para otros menesteres que creo no viene a cuento detallar aquí.

Así que nada, reivindico desde aquí el derecho de Leire y mío de disfrutar de la lactancia. Y aprovecho para decir que:

- No es una esclavitud. Vale que ordeñarme en el curro no es de lo más cómodo, pero es una satisfacción saber que los biberones que se ha tomado en mi ausencia han sido, al menos hasta ahora, de mi leche.

- Es cómodo. Puedo ir a cualquier sitio con el convencimiento de que si se da el caso, ahí está la teta salvadora para apaciguar ánimos en plan pintxo, en plan bebida de media tarde o, si hace falta, en plan jamada de mediodía.

- Me hace crecer como persona. Y vale, sí, soy insegura por naturaleza, necesito confirmar con los demás si hago lo correcto. Pero eso no significa que en mi fuero interno sea completamente idiota y carente de sentido común y no atisbe a ver que, si hasta ahora la peque está creciendo de maravilla, no lo debo estar haciendo tan mal del todo.

Si tuviera otro hijo, repetiría la experiencia. Sin dudarlo.

La maripuri primeriza.

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