lunes, 6 de septiembre de 2010

Elogio al padre

No sé si seré un poco reaccionaria y contracorriente, al menos en lo que al espíritu de este blog se refiere, pero no se me ocurre un espacio más idóneo para elogiar y felicitar públicamente al padre de Leire, a la sazón mi pareja, mi marido, mi compañero, o como se desee llamarle.

Desde que nació Leire hemos tenido nuestros más y nuestros menos en esto de la crianza. Entre que una es primeriza (y él también), que la gente nos bombardea con consejitos a diestro y siniestro, que a veces parecen más bien órdenes que sugerencias; teniendo en cuenta además que con la maternidad eso de dormir de tirón se suma a muchas otras utopías de la vida. Y que en fin, y para qué engañarnos, somos los dos un par de cabezones, pues eso, que hemos tenido que pasar un pequeño cuello de botella para descubrirnos a nosotros mismos.

No niego que todavía hay cosas que no entiendo de su persona, e imagino que a él le pasará lo propio conmigo. Es lo que tiene envejecer juntos. Y aunque puede parecer caótico, para mí no deja de resultar sumamente interesante el hecho de saber que nunca se conoce del todo a la persona con la que estás, porque eso significa que nunca has de abandonar la vena exploradora que un día cada vez más lejano te movió a acercarte a él.

Felicitarle es decir una obviedad, puesto que nadie debiera ser felicitado por cumplir su obligación. Sin embargo, lo hace con tanto desinterés, tanta dulzura y entrega, que juro que parece que tiene el gen ese que ya he comentado, que creo que tenemos nosotras implantadas por defecto.

Así que felicidades Agus, porque cada día te pareces más al modelo de pareja-padre que quería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario