lunes, 15 de noviembre de 2010

El portátil y el bebé

Últimamente no estoy muy prolífica en este blog. Mi vida de maripuri primeriza me absorbe, y creo que no tengo ideas suficientes o experiencias relevantes que compartir a través de este espacio.

Por suerte, una buena amiga mía me ha abierto los ojos, como suele hacer de vez en cuando, y aquí estoy de nuevo, para romper una lanza, sin que sirva de precedente, por esos que nos acompañan a algunas y que se denominan de muy diversas formas: pareja, cónyuge, esposo, marido, novio, chaval, churri, y otros apelativos que no voy a plasmar aquí para no caer en el jorgejaviervazquismo.

Y es que la vida de maripuri primeriza no es fácil. Hay que bregar con las nuevas experiencias de la maternidad, gratificantes sin lugar a dudas, pero a veces muy estresantes; al mismo tiempo, seguir con tu trabajo, que por suerte para mí, sobre todo en los tiempos que corren, se presenta con buenas expectativas, y combatir los envites de las pediatras de frutería que te agasajan, por decirlo de alguna manera, con consejos y sugerencias de perogrullo que te encienden cual cerilla. Ello sin contar con mis suspicacias y escepticismo crecientes sobre las bondades de la guardería, para lo cual me remito a uno de los posts de mi blog personal.

En este marasmo de dudas y sinvivires, un apoyo no viene mal de vez en cuando. Y aunque mentiría si no dijera que mi madre se ha convertido en alguien imprescindible (no entra dentro del grupo de pediatras de frutería, a Dios gracias), mi marido Agus me ayuda como nadie a reflotar de vez en cuando. No voy a pararme a describir su participación en la actividad doméstica o en el cuidado de la peque, puesto que ambos entendemos que no se trata de colaborar o de participar, sino de contribuir cual comuna comunista al mantenimiento de la sociedad, léase familia, que entre los dos hemos construido. Vamos, que no me está haciendo un favor, sino que está haciendo lo que le corresponde, igual que yo hago lo propio.

Cuando hablo del tema del reflote, me estoy refiriendo a un apoyo moral, a una sensación permanente de que somos una piña en esto de salir adelante. Porque esto de la m/paternidad viene de repente, sin formación previa, y entre pañales y teta la vida de pareja sigue adelante, y aquí nadie te cuenta cómo te lo montas para conciliar. Ese será probablemente uno de los secretos mejor guardados en este mundo, porque de cara a la galería todo va superestupendamente de la muerte, pero a nada que rasques un poco, la realidad no es tan chupi.

Partiendo de esta realidad que creo que resulta casi incuestionable, no me queda otra en este momento que dar las gracias públicamente a Agus por ese apoyo incondicional. Que supongo que entrará dentro de las actividades de nuestra sociedad (la comuna socialista citada arriba), pero qué queréis que os diga, a mí me hace ilusión esa sensación de equipo integrado que tengo muchas veces, cada vez que vamos superando tareas en este proyecto. Desde organizarnos con la compra, apoyarme cuando la peque tiene mala noche, respaldar, aunque sea en silencio, mis discrepancias con los suegros, que a la sazón son sus padres, sus sms imprevistos, sus llamadas casi a todas horas, nuestra conversación tipo chat a través del mail. Y muchas otras. No resulta baladí el llegar a casa y saber que tienes a alguien que te respeta, te apoya y se apoya en tí, y que mantiene la misma ilusión y la misma llama que cuando nos conocimos. Da una sensación de fuerza tremenda.

Así que, gracias.

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